Cada vez más en éstas fechas podemos ver ramitas de acebo colgadas en puntos especÃficos de las habitaciones en las casas y en algunas tiendas con el fin de impulsar a los que se ponen debajo para que se den un beso. Es divertido y simpático pero tiene su historia y peculiarmente, no comienza con el acebo, más bien con un colega suyo: el muérdago, de hecho, la palabra muérdago en latÃn se decÃa mórdicus y significa “mordedor” o lo que es lo mismo, popularmente “dar un muerdo” es dar un beso, y a lo tonto a lo tonto, terminó convirtiéndose en una costumbre. Por aquel entonces pensaban que con las ramas del muérdago podrÃan encontrar tesoros y riquezas, de ahà que “encontrar a tu pareja” se considerara también un motivo de alegrÃa y triunfo.Â
En realidad fue la Iglesia (¡cómo no!) la que cambió el muérdago por el acebo, ya que las religiones paganas lo utilizaban para sus festejos, como los romanos, que decoraban las casas con muérdago en su festividad de Natalicio del Sol, o lo que es igual, el nacimiento del sol que “peculiarmente” ocurrÃa los 25 de Diciembre… ¿No os parece una casualidad increÃble?… cumplÃan años el mismo dÃa, el sol de los romanos y nuestro Niño Dios de la religión católica… Otro mangue con adaptación improvisada para conseguir más adeptos al catolicismo… Aún ahora, con el porrón de años que tengo, no se de ninguna costumbre que se haya convertido en popular y repetitiva que de verdad haya nacido de la cuna del cristianismo; prácticamente están basadas en otras creencias y culturas ancestrales. No puede decirse que innovaran mucho, que la liaran parda sÃ, pero innovar lo que se dice innovar, pues no.Â