Cuando alguien nos defrauda o nos abandona, sentimos un agujero justo donde está el corazón, es como si se hiciera pedazos y sientes que no lo vas a poder soportar sin morirte de pena. Por eso, siempre decimos: ¡me rompió el corazón!… aunque literalmente, eso sea imposible sólo con el arma de los sentimientos.